Collage © Marina Cerrutti, sobre una fotografía de Anatole Saderman.
Una voz que lo atraviesa todopara reinventarse a sí misma
Analía dela Fuente
La poesía de Susana Thénon desborda cualquier tipo de clasificación. Algo del mundo incomodaba al cuerpo que, al escribir, pudo exponer su molestia, su desagrado. Del cuerpo de Susana Thénon nace entonces un cuerpo poético cuya especificidad puede hallarse en la queja que fundamentan sus versos. Hay motivos para su disconformidad. Su hartazgo, su decir no ante una serie de circunstancias cotidianas, no se reduce a un lamento literario, a un regodeo en el lenguaje. A través de la confrontación, la poeta busca y encuentra, nombra y recrea, da vida a un corpus único que emprende desde la voz en primera persona un camino cuyo arribo último es el encuentro con el otro.
El malestar habita su escritura, encuentra origen en un mundo al que le faltan nombres, expresiones, modos. Por eso merodea incansablemente los significados de la ausencia: “No hay liturgia, ni fuego ni exorcismo/ para detener el fracaso risible/ de los idiomas que conocemos”[2]. La omnipresencia de la falta dará vida a la rebelión poética: “Me niego a ser poseída por palabras, por jaulas/ por geometrías abyectas/ Me niego a ser encasillada, rota, absorbida”[3]. La búsqueda en Thénon dialogará con la habitabilidad de la existencia, una habitabilidad a menudo cercenada por la normalización implícita de toda cultura[4]: “Ahora es el vivir entre escombros/ el buscar la más leve señal bajo las ruinas”[5].
La inquietud atravesará tres estadios de composición en la obra de Susana Thénon. Lejos de conformarse y asentarse cómoda en un estilo, la poeta abrirá el camino de su propia voz atravesándose, encontrándose a sí misma mientras conversa con su tiempo. Entonces habrá una iniciación literaria, una primera instancia creativa compuesta por sus tres primeros trabajos: Edad sin tregua (1958), Habitante de la nada (1959) y De lugares extraños (1967). En esta fase, el yo lírico se afirma ante un mundo al que no pertenece del todo. La primera persona, habiendo comprendido aspectos sustanciales de su entorno, se aparta, se desprende de él a través de la palabra, de los nombres, del “no” convencido y rotundo que caracterizará este momento y los que siguen. El mundo no hace sentir en casa a una voz capaz de esgrimir: “Vida: tírame una moneda”[6]. Desde la percepción de despojo y rechazo, su voz se afirma en la diferencia que la constituye. El lenguaje será un resguardo gracias al cual se irá edificando el mundo propio. El poema “Fundación” abre su opera omnia al dar inicio a Edad sin tregua, en él la poeta pide:
inventemos palabras
nuevas luces y juegos,
nuevas noches
que se plieguen
a las nuevas palabras.
(…) otros dioses
menos grandes,
menos lejanos,
más breves y primarios.
Otros sexos
Hagamos
y otras imperiosas necesidades
nuestras,
otros sueños sin dolor y sin muerte.[7]
Y culmina, invita, convoca: “Inventemos la vida nuevamente”. La primera persona interpela, sabe que no está sola en su afán. El poema es, a su vez, oración y manifiesto, abriga la firmeza y la fe de una conciencia ajena al orden que la abarca y contiene. Esta poética devendrá distancia y cansancio, silencio y grito, ruina y teatralidad en los estadios de composición que serán distancias (1984) y Ova completa (1987). Así y todo, “Fundación” podrá esgrimirse como el primer vagido de una voz que, aun en la guerra, es capaz de creer y crear.
La guerra de Thénon es, básicamente, una lucha contra el espacio que se determina externamente y no asila:
Sabéis que llevo un arenal baldío
en el lugar de las palabras.
Por debajo del miedo
por caminos cerrados desde antiguo
se aventuró la mano hasta el silencio. [8]
La poesía nace de la mano que se aventura a la creación poética, en un cuerpo que padece su aquí y su ahora. En el acto de escribir reside la esperanza de la queja. Otra treta del débil, en palabras de Josefina Ludmer[9]. Y la osadía engendrará el ansiado tiempo propio porque, mientras los días sean un estado funesto de repetición y tedio, la noche será el tiempo de las palabras y del grito:
No sé más que (…) izarme cada noche”[10]
Quedan las palabras, no la música
no el rumor equidistante del sol
cuando hace noche, dolor y miedo[11]
Canto (…)
Implacable
es el alfil que devora distancias diagonales
en la medianoche[12]
La oscuridad permite, en muchos casos, el encuentro íntimo entre un cuerpo y su voz, no es casual que la noche sea un locus común a muchas poéticas del desencuentro entre quien enuncia y su entorno. La noche es el tiempo del deseo, lo prohibido aflora, golpea el pensamiento y avisa que permanece, pide no ser olvidado:
Se tocó la libertad
y la dejó escurrirse como una pequeña noche (…)
Ella mordió a ciegas en la oscuridad
y escuchó gritar al silencio.
Y aprendió a reírse
del olor a tiempo que despedía su sangre.[13]
Dice Cixous en La risa de la medusa[14]: “Si mi deseo es posible, significa que el sistema permite que se filtre algo diferente. Todos los poetas lo saben: lo que es pensable es real”. Thénon entendió, desde sus primeros textos, que la poesía es un puente:
Despojémonos de todo aquello
seguro
que se proyecta al exterior
con trazos lentos
y definitivos (…)
Y quien no atine a sofocar su amor por lo prohibido
reclame su derecho al dolor
su penitencia.[15]
Collage © Lucrecia Frassetto
No está de más recordar que la Edad sin tregua de esta poeta sale al mundo apenas traspasada su segunda década y que un año más tarde publica Habitante de la nada (1959). La joven Thénon vive en pugna, no hay hogar ni abrigo para su voz, y, sin embargo, escarba en el lenguaje, aún cuando: “La vida es prosa coagulada en barro (…) es esta cosa doméstica que manoseo todos los días con indiferencia”[16]. Escarba hasta encontrar, hasta que el silencio es grito y marea, porque lo que no existe en el orden de lo material puede nacer de las voces en el orden de lo simbólico (qué gran revolución no comenzó a partir de una proclama). Thénon sabe que “En lo imposible también hay casas”[17]. De lugares extraños (1967) cierra este período de composición. En su tercer poemario, el yo poético insiste en hacerse presente y se reafirma en el escenario del poema: “Vengo de lugares extraños/ con dos ojos vencidos de miseria y memoria (…) En mis tierras germina lo imposible”[18]. Sabe que “detrás del mundo otro mundo de sombra se aprestaba a atacar” y pide “Dame la libertad, abre las puertas de mi jaula, dame ser aire, espacio”[19].
Pasarán diecisiete años para que Thénon vuelva a publicar y para que el segundo período de composición de la poeta realice sus recorridos. En 1984 distancias irrumpe con un estilo completamente ajeno al pasado poético, su búsqueda logra dislocar las formas, los versos se rompen, sugieren, dicen en la ambigüedad y desde la ruina. Invitan al lector a encontrar su propia aventura en cada pieza del poemario. Se trata de una revolución estética y formal, sintáctica y semántica. Las 39 distancias del libro hacen un viaje circular por el sinsentido, resignificando los estragos de un orden: “La rueda se ha detenido” dicen la distancia 1 y la 39, idénticas una y otra. De ahí en más, nada será fácil de comprender. Si esta primera aseveración abre (y cierra) la nueva poética, lo hace, además, para abandonarnos de inmediato, para repetirse a medias y entrecortar los enunciados:
la rueda se ha detenido se ha deteni-
dos tres dos tres dos la rueda
se ha detenido roto por dentro
solo madera entran ojos
solo memoria cónico
solo memoria a cielo de cara no es posible
que arda ya más que arda más todavía que[20]
La propuesta aquí es elegir, tomar decisiones, armar, en tanto lectores, nuestro propio relato desde lo entredicho. A qué orden, a qué movimiento cesante se refiere este poema, por qué, después de una presencia tan fuerte como la del primer período de producción, el yo poético se metamorfosea hasta minimizarse, deja de exhibirse abiertamente para regresar escondido entre los trozos de escenarios que nos proponen las 39 distancias[21]. Los primeros poemas de este libro datan −según la misma Thénon refiere en correspondencia a Ana María Barrenechea− de 1968. Dar forma a esta obra requirió, para la poeta, un acto no siempre realizable: el de dejar que los poemas maceren, el de permitir que decante en el silencio (en el reposo) lo que en ellos tiene que ocurrir, esa transformación necesaria para que un proyecto de escritura devenga obra publicable. No siempre es posible y no siempre se logra. La espera de distancias termina con la disolución del primer yo poético –armónico y prolijo pese a su disconformidad− que deja, en esta etapa, de darse importancia para ser parte de algo más grande. El sujeto poético de distancias es un animal que ha empatizado con su hábitat, sabe metamorfosearse entre ruinas, puede desintegrarse y lo acepta. distancias reduce el espacio expresivo del yo que enuncia para devenir escenario, cada poema es un fotograma armado con delicadeza e inteligencia, cada rincón de la imagen ofrecida es un secreto probable, hay pistas por todos lados, y nada seguro. En su cuarta obra publicada en vida, Thénon elige decir menos y mostrar más, exponer lo que ocurre a través de los destrozos de retratos perfectamente armados y despiadadamente destruidos.
Collage © Lucrecia Frassetto
“La rueda se ha detenido” y las preguntas arrecian. Qué circunstancias originaron este devenir. Una respuesta probable y parcial es el lapso que separa los lugares extraños de las distancias, 17 años. En ellos, Thénon se aboca a la fotografía, a la traducción, a la observación minuciosa de la danza. El poema sobre el papel, la palabra escrita no le bastaron. Thénon fue una mujer de una destreza expresiva vastísima, siendo muy joven participó de una obra de teatro, como actriz y vestuarista, en el teatro Cervantes, tocaba muy bien el piano, tenía una facilidad extraordinaria para aprender idiomas. Sus inquietudes creativas excedían la escritura. Sus poemas buscaron un cuerpo más voluminoso que el papel, quisieron salirse de las dos dimensiones de la hoja en blanco. Para mostrar de otro modo, para generar la ilusión de cuerpos en el espacio que pueden lograr la buena fotografía o el cine: lo imposible como meta no la detenía. Su obra quiso traer al poema esos otros lenguajes amados, el recorte seleccionado cuidadosamente desde la mira de una cámara, por ejemplo. Pero también, los movimientos indescriptibles de los cuerpos danzantes. Durante estos años, Thénon acompaña a la bailarina y coreógrafa Iris Scaccheri, viaja junto a ella por Europa y asiste a sus espectáculos. El resultado: la serie “Los reales espejismos”[22], por un lado, y Acerca de Iris Scaccheri[23], por otro, treinta motivos fotográficos dedicados a la danza. El vínculo de este trabajo con distancias es irrevocable: la poeta agradece a la bailarina “quien sin saberlo me infundió con su danza la versión definitiva para reelaborar y completar esta obra, cuya duración lindaba peligrosamente con lo interminable”[24]. Otro episodio fundamental de esta proeza literaria son las huellas de haber seleccionado y traducido, arbitrariamente a Rilke. distancias tiene todo ese proceso en su entraña poética. El silencio, singular, fértil, multifacético y ficcional termina con 39 diapositivas en ruinas. Fue un silencio trabajoso, un viaje del hacer poético, desde la escritura hacia otras formas de expresión. En la demora, distancias se alimenta de Rilke, de su poética, de la selección que hace para la muestra Rilke. Palabra e imagen en el Instituto Goethe de Buenos Aires en 1979. Thénon mastica versos, devora lo que quiere[25] del poeta austríaco y expone un dossier de 38 piezas fotográficas acompañadas por fragmentos que ella elige para traducir y decir a su modo. Uno de ellos pertenece a El libro de las imágenes y dice:
Soy como una bandera circuida de distancias.
Adivino los vientos que se acercan, debo vivirlos
Mientras abajo nada se altera todavía:
las puertas se cierran suavemente, hay quietud en las chimeneas
las ventanas no vibran y el polvo es aún pesado.[26]
En esa pieza hay un germen de distancias, cuya voz es como esa bandera, y como todo el alrededor que la circunda a la vez.
Sumado a lo dicho, esos 17 años trascendentales son el punto de fuga de dos textos que denominaré, siguiendo la idea de María Negroni[27], de sombra:
*Papyrus[28], poemario inédito, con dos versiones distintas una de otra, en consonancia con el tono del primer período de composición, pero también con asomos temáticos respecto de los períodos siguientes; y
*La transgresión o la guerra de las criaturas[29], relato singularísimo sobre una guerra inminente entre un Allá (tierra de los Viriles donde la burocracia y las normas verticalistas imperan o matan) y un Acá (al que se exiliaron las criaturas, comandadas por Lencia Faube), entre ambas tierras fluyen las aguas del Río de los Presagios (denominado en su otro margen Río Comandante General Viril).
Ambos se encuentran en el Fondo Thénon correspondiente al Archivo del IIAC “Dr. Norberto Griffa” de la UnTref. Ambos son claves para entender el proceso de decantación que “lindaba con lo interminable”, proceso que, a su vez, engendrará lo que sigue: los huevos “colmados, rellenos, repletos, rebosantes, henchidos”[30].
Ova completa (1987) cierra el panóptico thénoniano con otro quiebre de los estándares poéticos. Aquí la voz, habiendo transitado el yo y el nosotres, deviene multitud[31]. En este trabajo, Thénon pondrá como telón de fondo toda su capacidad histriónica para mostrarnos con destreza distintas esferas de la lengua: la académica, la burocrática, la científica, la legal, la represiva, la de distintos credos, la histórica oficial, la del discurso amoroso, entre otras. A su vez, visitará distintos géneros populares y saberes específicos de jergas especializadas. Las voces se suceden en los poemas en todo su esplendor, mostrando lo que son, pero, sobre todo, lo que esconden. En Ova viven los versos de “por qué grita esa mujer”, poema que hoy se yergue en las pancartas y banderas de cada manifestación de mujeres en Argentina. Thénon es parte de la actual ola verde feminista, sin duda, porque ha entendido a la marea antes de la marea.
Dice la poeta: “Filosofía significa ‘violación de un ser viviente’/ Viene del griego filoso, ‘que corta mucho’/ y fía, 3ra persona del verbo fiar, que quiere decir/ ‘confiar’ y también ‘dar sin cobrar ad referendum’”[32] y, al hacerlo, entiende la incidencia de los sistemas de pensamiento y legitimación sobre los cuerpos. Thénon se ríe y se burla. Se agobia y grita: “has pensado en matar y te sentís horrible (…) venís pensando pensando repensando sopesando sopesando/ eliminar un sólido que además expele anhídrido carbónico (…) un sólido que a tu entender está de sobra”[33]. El último movimiento de su voz la multiplica, hay en ella una multitud tan caótica como difícil de exhibir. Y Thénon lo logra.
La poeta ha entendido el maremágnum de la cultura, lo ha observado cuidadosa, se ha sumergido, ha emprendido el viaje de sus mareas y nos lo canta, trae a nosotros porciones de mundo bajo la superficie, porque ahonda, desentrama, revela, y entona en la minucia, en el detalle, en lo escondido, en eso que, en las orillas, no es más que rumor o misterio. La poeta ha sabido mirar desde el distanciamiento, detenida, con ojos foráneos su propio hábitat, ha visto su propio cuerpo moverse en la lentitud submarina y ha regresado a tierra para cantar ese aire a marea interminable que la envuelve.
No hay regreso de estas aguas. Quien se haya sumergido en ellas lo sabe. Porque la voz de Thénon, procaz, sacude y acuna, mece o zarandea. Entre el grito y el canto susurra que un mundo mejor está ahí, a pasos nomás de lo que somos.
Collage © Lucrecia Frassetto
[1] Integrante del grupo de investigación Palimpsestos que coordina María Negroni en la Universidad de Tres de Febrero.
[2] Thénon, Susana. La morada imposible I. Buenos Aires: Corregidor, 2001. P.57
[3] Ibídem. P. 52.
[4] Tomo el concepto de Judith Butler en Deshacer el género.
[5] Ibídem, Thénon. P.95
[6] Op. Cit. P. 31
[7] Op. Cit.P.25
[8] Op. Cit. P. 26
[9] Ensayo publicado en La sartén por el mango, Puerto Rico: Ediciones el Huracán, 1985, disponible en https://literaturaanimada.files.wordpress.com/2014/03/ludmer-tretas-del-dc3a9bil.pdf
[10] Op. Cit. P.32
[11] Op. Cit. P.71
[12] Op. Cit. P.36
[13] Op. Cit. P.73
[14] Versión digital en https://kolectivoporoto.cl/wp-content/uploads/2015/11/Cixous-Helene-La-Risa-de-La-Medusa.-Ensayos-sobre-la-escritura.pdf. P. 16 del PDF, P. 34 del libro escaneado. Los poemas de Thénon de su primera etapa de producción son anteriores a este ensayo, publicado en 1975.
[15] Op. Cit. P. 29
[16] Op. Cit. P. 35
[17] Op. Cit. P. 86
[18] Op. Cit. P. 81
[19] Op. Cit. P. 87
[20] Op. Cit. P. 105
[21] El yo aparece en unos pocos poemas de las 39 distancias, pero su presencia no es protagónica. Salvo quizás en las distancias 13, 26 y 36.
[22] Expuesta junto a otras tres series en Julio de 1982 en el CAYC (Centro de Arte y Comunicación)
[23] Publicado finalmente en 1988.
[24] Op. Cit. P. 101
[25] Corina Dellutri, integrante de Palimpsestos Untref, ha trabajado los dos últimos años sobre la relación entre estas traducciones con distancias, cuyo resultado final es un ensayo de próxima publicación.
[26] Op. Cit. P.230.
[27] En Testigo lúcido, obra sobre la poética de Alejandra Pizarnik.
[28] Este trabajo está fechado por su autora en 1983 según las editoras Negroni y Barrenechea refieren en La morada imposible II, Buenos Aires: Corregidor, 2004, P. 77. Nuestro grupo de investigación ha encontrado que hay varios poemas fechados por Thénon en la década del ’60 aparecen también en la carpeta de Papyrus.
[29] Gisela Galimi, integrante de Palipmsestos Untref, estudia este texto hace dos años. Su hipótesis es que el mismo es posterior a 1974, dado que uno de los personajes se llama Muerto el perro se acabó la rabia, frase acuñada por el antiperonismo argentino tras la muerte de Perón.
[30] Op. Cit. P. 155
[31] No digo con esto que el “yo” esté ausente en esta obra, sino que es una voz más entre muchas otras. Cada voz que aparece aquí muestra su versión de mundo particular a la vez que convive el resto.
[32] Op. Cit. P. 155
[33] Op. Cit. P.163
Collages © Lucrecia Frasstto
Poemas de Papyrus
SUSANA THÉNON
*
soy de nada y pensamiento
de padre madre y bosque yo era
*
en el buen tiempo
me he recostado
en el trigal que la razón ignora
*
locura esta moneda de carne
se morirá conmigo
para mal de algunos escarabajos
de algunas fotografías
locura amor mío sé fuerte
si te abandono por lentejas
por ojos de oro
por la oscura razón
*
el poema
vas solo mundo arriba
en tu alma de aire
un rumor de Lesbos
*
se rasga el sueño
como cortina oscura último lujo
es su dolor para el alma araña del cielo
por tejados altísimos
tensa las cuerdas claras
nos inventa a su paso estrella de humo
o muerta carne de ignominia
no risa o fiesta sí quemado amarillo
sí para siempre lepra de la memoria
arden los días
como tumbas en celo
alrededor de los nombres
*
ronda la fauna de la herrumbre aquí bebimos
de la mano del agua en otro tiempo
bajo el nombre del sol
y el nombre de los días aquí fuimos
de amor y sombra juntamente
y de lealtad a nuestra ruina
*
ya es hoy aquel mañana de la muerte o la luz
y nuestra no ha florecido y hemos dragado
en el silencio por alimento o madre
por presagio o delirio
al fin por nada en memoriosa derrota
solo nos guarda aquella infancia de invierno
las flores de humo la sonrisa tardía
*
el poema
roca mía
fundamento mío
yo duermo en tu silencio como un árbol
suave sol te amaré sin fin
en tu florecer y en tu muerte
*
vinos
la inocencia fabuladora
en sus lagares
la ausencia punzante después
cuando esa infancia era ya palabra
vegetal trizado en horóscopos
y el vino entre sordas jaurías
y el iniciado ausente en propio cuerpo
sabiéndose
materia de erosión
por el miedo
la incansable carnada mineral
[1] En el Archivo del IIAC “Norberto Griffa” hay dos borradores de Papyrus, denominados completo e incompleto por la autora. Los poemas no son los mismos en uno y otro. En el borrador completo, muchos de los textos aparecen por duplicado con pequeñísimas variantes lexicales o métricas.
Analía de la Fuente
Nació en Buenos Aires en 1978. Es profesora de Castellano, Literatura y Latín (IES N°1 «Alicia Moreau de Justo») y magíster en Escritura Creativa (Untref). Se dedica a la enseñanza de la Lengua y la Literatura en escuelas de nivel medio de la ciudad de Buenos Aires. Publicó Trasbordos en 2012.
En la última década participó de distintos proyectos en los que la poesía siempre fue la protagonista: como coordinadora de distintos ciclos de lectura poética en la ciudad de Buenos Aires; como productora de contenido y co-conductora del semanario radial La gaveta de Drummond en FM La Boca; como docente de talleres de escritura en contextos de encierro; y buscando a través de las formas sutiles de la creación conjunta y poniéndole el cuerpo al poema en el colectivo de literatura escénica Las puntas del clavo.
Actualmente es parte del grupo de investigación Palimpsestos Untref (coordinado por María Negroni). En el mismo estudia la obra de Susana Thénon desde distintas perspectivas teóricas.
Es madre de Eva (7), Juana (1) y Lucía (5) a quienes cría junto a su colega, músico, poeta y compañero, Pedro Nazar.
Susana Thénon
(Buenos Aires, 1935-1991). Junto a Alejandra Pizarnik, publicó en la Revista Literaria Agua Viva (1960). Entre 1970 y 1982 se dedicó a la fotografía, la traducción y al estudio del idioma alemán. Obra poética publicada en vida: Edad sin tregua (1958), Habitante de la nada (1959), De lugares extraños (1967), distancias (1984), Ova completa (1987). Obra reunida (póstuma): La morada imposible, Tomo I (2001), La morada imposible, Tomo II (2004).
Lucrecia E. Frassetto
Estudió Cinematografía y Nuevos Medios en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes. Trabaja en animación digital y stop motion, composición en After Effects e iluminación. Ha dado talleres de lenguaje audiovisual y fotografía. Realizó la Maestría en Escritura Creativa (UNTREF) y se interesa por el entrecruzamiento de los distintos lenguajes a través de la animación digital y stop motion, así como por el cine documental. Es integrante de Palimpsestos Untref, grupo de investigación en el que se dedica a la obra fotográfica y poética de Susana Thénon.