Collage @Julia Tomasini

SARA


Violeta Fracchia

robaba flores

jugaba

era invisible al desear sin mal

 

y cuando tuvo suficientes pidió que la peinen trenzando lilas y margaritas y su pelo y su canto

estaría linda si cruzaba a Andrés

pero un guardia opaco interrumpió

se presentó sin mirarla

y le ordenó ir frente al Rey

 

caminaron puertas, puertas

ramos de llaves

 

 

 

*

 

 

 

la recibió, Atento. fue la primera vez

la invitó a sentarse la miró a los ojos y ella sonrió sin hablar

engominado, alargado, casi impecable. era distinto este Rey a como ella lo imaginaba

 

 

– …

–  …

 

 

se encontraba cómoda en el silencio sin comprender el llamado

es bello que haya otro ser sin apuros, pensó

pero ese Rey desplegó papeles blancos y presionó una vez el gatillo

orgulloso

 

– …

– …

 

gatilló una vez más

entonces ella lo cuestionó. dulce

 

 

–si lo que le asustan son las flores… yo podría darle una

 

 

Él pausó. no volvió a presionar con el pulgar su birome

la apoyó delante de ella y tenue, la agarró después de una reverencia. buscó detenida un rasgo confiable

 

 

– …

– …

 

 

volvió a interrumpir el silencio

 

 

– usted siempre lleva el pelo así?

– … –Él expandió los ojos y sin contestar o decir sujetó su trono. firme

 

 

– escucha el mar o algo más grande que el mar?

– …

 

 

 

– lo oye… cuando entre nosotros no hay voz?

– …

 

 

 

– eso, su Majestad, es lo que a mí me pasa

– … –Él bajó la mirada. pestañeando acercó sus papeles blancos y los encuadró por los vértices

 

 

 

Sara entendió terminado ese encuentro

se arrancó una flor de la cabeza. la apoyó con el tridente del Rey sobre el escritorio

 

 

– supongo que permaneceré aquí dentro y me tocará esperar a que sea usted quien abra las aguas

 

 

 

*

Collage @Julia Tomasini

– Ana, alguna vez yo podré salir de aquí?

– eso no lo sé, estoy dentro también. perdí el rumbo cuando buscaba el mar. son extraños a mí

los conventos

 

 

– cuál de nosotras llegó primero a esta torre?

– … –Ana  apoyó la mano sobre el corazón de Sara

 

– no sé cuánto tiempo he pasado en este lugar ni por qué duermo encadenada. tengo miedo a los guardias

cada noche

 

Sara confiaba en Ana por ser mayor. la mirada celeste y el pelo cano tejido a crochet

 

 

 

– crees que Andrés alguna vez se fijará en mí?

– sí claro, seguramente ya se ha fijado pero aún no lo ves

 

 

 

*

 

 

 

una tarde reunieron a todos los cautivos

para leerles el anuncio

declaraba que a partir de ese momento se prohibía cantar

 

 

 

*

 

 

 

– exijo que me explique lo que sucede en esa torre!

– …

 

 

 

los guardias habían llevado nuevamente a Sara delante del Rey. Él había agrandado los hombros para decir esas palabras y continuó con más…

 

 

– es imposible trabajar así. esa alegría va a terminar por matar a todos y a cada uno.

Exijo una explicación, ya he tenido que cambiar los guardias… algunos se han derretido!

 

 

permanecía callada

no contó que cada noche los guardias se le acercaban

entonces ella cantaba con intensidad hasta despertar a los demás cautivos

 

las voces se unían altas, abrasadas y aquellos hombres endurecidos ardían.

y terminada la hoguera

se podían ver mansos. como niños

 

pero Sara no contó nada de aquello al Rey

su Rey no escucha el mar o algo más grande que el mar

sin embargo aquel día ella conoció su enojo

 

 

 

*

 

 

 

bebió  perfume

y sintió cómo quemaba

 

– …

 

y deseó que su voz se calle o se guarde y así dejar de cantar

 

 

 

*

 

 

 

mediodía

 

camino a su celda lo vio

el hombre pintaba sobre lienzo. una mujer

los hombros caídos y las caderas anchas

Sara recordó las calas

 

– quién es ese hombre Ana?

 

– Amadeo

– escucha el mar?

cuando saldrá de su celda?

 

– quizás no lo necesita

 

 

 

Sara espiaba la mujer en el lienzo cada vez cada día. Amadeo nunca lo supo

 

– vi a esa mujer Ana, cruzando las aguas

 

 

 

*

Collage @Julia Tomasini

había comenzado a ver las manos y la forma de su madre pero no podía recordar su nombre

 

 

preguntó el suyo a cada cautiva en la torre pero ninguno resonaba

entonces golpeó una piedra contra la pared

 

 

MADRE

TE AMO MADRE

MAMÁ

 

 

recordó la tristeza, estaba en el lienzo pero no podía recordar aquel nombre

deseó por primera vez así, salir

 

 

 

*

 

 

 

– podría escuchar su nombre?

 

rogaba a cada guardia y se aquietaba cuando alguno manso lo confiaba

ninguno era

 

 

AGUSTÍN

ESTEBAN

MANUEL

 

 

 

 

 

decidió esconderlos, grabados en la pared por si le recordaban quien habita en las otras aguas

 

ALBERTO

CARMEN

 

 

 

*

 

 

 

mientras trabajaban el jardín otro de esos días Sara se acercó a una joven

 

tenía el rostro lleno de cicatrices. se mantenía alejada intentando cubrir con el pelo sus rasgos lastimados

su dificultad para hablar

 

– podría oír tu nombre?

 

 

 

 

la joven levantó la cara y los ojos. áspera

volvió a mirar hacia el suelo sin contestar y sacudiendo el mentón dijo

 

 

– me gustan

 

 

Sara se inclinó a desatar sus zapatos ilusionada a cambio del nombre

 

 

CORALINA

 

 

 

 

supo que no era el de su madre. igual como un secreto le susurró

 

 

– sos una doncella?

conozco una mujer que puede trenzar tu pelo, con flores, yo misma las conseguiría

 

la joven  se escondió en los hombros y taimada, se alejó con sus zapatos

 

 

 

*

 

 

 

antes de dormir aquella noche fría Sara recordó que hay un tiempo que llaman otoño y para no olvidar

lo grabó en la pared

 

 

cuando despertó las zapatillas viejas de Coralina estaban a su lado. se las puso y se sintió acompañada

o feliz, de un nuevo modo

 

aunque después, tiempo después se las pidió. la doncella dijo que eran de Topper y correspondía devolvérselas.

mostró el nombre escrito entre los cordones

 

disimuló esa pena, Sara. trató de ser áspera también aunque a Coralina no le afectaba

por eso decidió seguir, buscar nuevos cautivos que le confiesen su nombre.

o quien haya escuchado el mar

 

 

 

*

 

 

 

Ana ya subía escaleras

 

los cautivos pasan a celdas superiores a medida que se acercan a su libertad

y cuando Sara aprendió a guardar su voz

también la subieron

 

fue en las escaleras donde conoció a Martín

ascendía detrás de él mirándole los zapatos

era menudo y no tuvo problema en intercambiar con ella. acordonados y nuevos y limpios. conversador

se hicieron amigos con naturalidad

 

 

– por qué estás encerrada en esta torre?

 

ella seguía sin saber así que no mintió. levantó los hombros

 

– Julieta –dijo Martín con ganas– yo estoy encerrado cautivo por ella.  me volví loco de amor como Romeo

sabés quién es Romeo no?

 

 

 

dudó

 

– cómo es estar loco de amor, podés oír el mar?

 

– … yo oía a Julieta y la busqué en cada puerta hasta que me puse a gritar,

en la calle, para encontrarla

 

 

 

*

 

 

 

después de esa charla Sara buscó estar sola. pensar

quizás Amadeo también estaba exagerando. tanto tiempo solo en infinitos detalles pintados

sobre esa misma mujer

 

 

tal vez no hay quien escucha algo más grande que el mar …

 

corrió

subió y bajó buscando a Ana para no enloquecer pero ya se había ido. Libre

 

 

 

*

 

 

 

desde ese día dejó de preguntar. comenzó a sentirse ajena a la torre.

dedicaba tiempo al final de los días

a pensar en su madre y en cada nombre que había grabado

 

una de esas noches frías llegó a su celda una mujer con guardias

 

 

– soy Miriam –fue lo que dijo

tenía ojos de niña. felices con pliegues alrededor y traía papeles blancos también

Sara había comenzado a desconfiar de ese rey tan ordenado entonces le preguntó

 

– continúa Él enojado?

 

 

la mujer se sentó y a los pies de la cama respondió sincera

 

– si le explicaras, si él supiera por qué cantan ustedes las cautivas o por qué trenzan, su enojo ya no sería.

 

– yo necesito escuchar el nombre de mi madre. Dígaselo

 

 

 

*

Collage @Julia Tomasini

Así sucedió

 

 

en pocos días esa princesa regresó con la respuesta del rey, escrita

sin preguntar Sara tocó las letras y después le pidió a Miriam que lo lea en su voz

 

– …

 

resonó

 

 

 

 

 

 

 

 

 

en los latidos

entonces se agachó y dobló cuantas veces posible el papel. lo guardó adentro de uno de sus zapatos

arrodillada

y en las hojas blancas de esa mujer dibujó

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

so we braid

why

may be

 them are pulling up nets

every day

them

 every were

 

 

 

 

– cuéntele a este rey que en su torre muchos escuchan el mar pero creo que al llegar el día o frente a él lo olvidan

 

 

 

*

 

 

 

Miriam regresó siempre de noche, varias después, con un  mensaje que decía

 

 

 

SE LA MANTENDRÁ CAUTIVA POR INCUMPLIR SU PALABRA. USTED SOLAMENTE DIBUJÓ UN FIRULETE

 

firma de rey, sellada

 

 

 

 

frunció los ojos. trató de aceptar que este rey no deseara jamás llevar esa corona. dibujada

enmudeció pero Miriam permanecía a su lado

entonces no pudo evitar su instinto y se lo preguntó a ella por última vez

 

– escuchaste alguna vez el silencio que se hamaca y acuna?

 

– …

 

 

 

abrazó a esa mujer y esa sonrisa adorable, lo necesitaba. tal vez lloró

se acostó y Miriam la cubrió con su pequeña capa de otoño

azul

 

 

 

*

 

 

 

cambió la luna en todo lugar y Sara durmió noches sin día. profundamente

despertó cuando ya no deseaba cantar. trenzar

sus manos no ansiaban grabar la pared entonces leyó los últimos nombres que quería recordar

AMADEO

ANA

MARTÍN

 

 

después guardó sus cosas

ordenó todo cuanto la rodeaba y esperó el regreso de Miriam con la mayor medianía posible

llegó a visitarla con sus papeles blancos y Sara rogó que la saque de ese lugar

 

 

– dígale a este rey sin dudar que aprendí. es él quien escucha más que todos aquí y ve más lejos también

 

dígale que se ha confundido conmigo

es la sirena quien canta. cantará de noche hasta que la devuelva al mar

 

 

escríbalo por favor! escríbalo

 

 

 

*

 

 

 

Miriam nunca volvió a visitarla pero a dos noches sus guardias se presentaron

 

 

guiaron a Sara

caminaron puertas, puertas

ramos de llaves

esperaron juntos y al primer disparo del cañón ella partió

 

se llevó las zapatillas de Coralina y también el nombre de su madre guardado en un pie

 

 

caminó ese primer amanecer escuchando el silencio que acuna

juró, para ser libre,

 

 

no preguntar

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Violeta Fracchia

Nació en el 76 en Buenos Aires y creció entre Formosa Misiones y Corrientes. Participa hace varios años del Taller del Silencio, coordinado por Guadalupe Wernike. Encuentra en la escritura refugio para sus recuerdos.

 

Julia Tomasini

Es escritora y traductora literaria, y actualmente trabaja en proyectos de dramaturgia y poesía visual. Es doctora en letras, magíster en escritura creativa y estudia astrología.