@Santiago Ramon y Cajal. Imágenes del cerebro que se encuentran en la corteza, hipocampo y amígdala

Osmia


Alan Talevi

I.

La escena es una de las más famosas de la literatura universal. El narrador prueba un pedazo de magdalena mezclado con té y eso lo sumerge en el recuerdo. Se sumerge. Lo que se cuenta no es un hecho meramente expositivo, no es un contemplar frío y distante: es un viaje, la inmersión en el río del tiempo. Quizá Proust haya sido el primero en poner ese efecto en palabras o en describirlo en profundidad (tanto que el fenómeno, ahora, recibe su nombre), pero todos hemos experimentado el poder que ciertos olores tienen sobre la memoria.

 

II

El estado fundamental de la memoria es la ausencia. El espacio negativo, lo que se olvida, es tan importante y elocuente como lo que se inscribe. No entendemos aún cómo se construye, pero sí que la carga emocional y sensorial de un momento ayuda, a veces, a estabilizar su recuerdo.

Es anárquica, contingente: se despierta por asociación. Cualquier recuerdo es reencuentro. Heidegger usa el término Wiederholung que podría traducirse como “repetición” pero que significa, literalmente, “volver a tomar”. Algo que se ha abandonado —o se ha guardado — y se retoma, se trae al presente hecho herencia viva.

La idea de guardar es oportuna: implica mantener algo en ausencia, fuera del alcance de los sentidos. Se guarda lo que se atesora porque nada más lo que se oculta puede mostrarse y, de ese modo, seguir vivo. La poesía hace algo similar: exhibe la palabra olvidada, le quita el polvo, lenguaje que muere y renace. La memoria jerarquiza las vivencias. Traemos de nuevo lo que importa, rumiamos sobre lo que deja huella.

 

III.

La clave del carácter asociativo entre olfato y memoria parece ser anatómica: diversas estructuras de procesamiento del olfato, como el bulbo olfatorio, forman parte del sistema límbico. Esta región del cerebro, antigua en términos evolutivos, congrega también otras estructuras que son responsables de la consolidación de la memoria (como el hipocampo), del control de las emociones (como la amígdala) e, incluso, de la motivación sexual: se alojan ahí agrupamientos de neuronas que funcionan como centros del orgasmo. La tétrada, memoria-sexo-emoción-olfato guarda, entonces, una relación espacial íntima. En la arquitectura orgánica del cerebro, lo que el raciocinio y la cultura separan se revela en contigüidad.

@Santiago Ramon y Cajal. Imágenes del cerebro que se encuentran en la corteza, hipocampo y amígdala

IV

Los cuadrúpedos, en especial los cazadores, avanzan con la nariz cerca del suelo. En estímulo olfativo permanente, la nariz húmeda ayuda a captar y concentrar las moléculas aromáticas y así se potencia su habilidad para seguir un rastro.

No hay ganancia sin pérdida: trepamos a los árboles para guarecernos de los predadores. Después volvimos a bajar, pero añorábamos la altura, la perspectiva. Al ponernos de pie resignamos, como especie, nuestra habilidad olfativa. Elegimos aguzar la vista. En la literatura, las imágenes visuales superan a las olfativas en una relación de 100 a 1.

La manera en que trabajan un rastreador y un detective se parece: intentan presentizar el pasado a partir de indicios, re-presentar fuera de tiempo. Sherlock Holmes decía que todo buen detective debe ser capaz de reconocer al menos 75 olores distintos.

 

V

No es casual: entre los temas de Proust podrían mencionarse los vínculos afectivos y las complejas —casi siempre crueles — relaciones entre clases. A la función evocativa del olfato debe sumarse un efecto vincular.

Un golpe en la cabeza durante un altercado con un taxista hizo que Michael Hutchence perdiera el olfato en 1992. La ausencia de olores lo arrojó en espiral descendente: se volvió inapetente, asténico, errático. Cinco años después, tomó su vida por ahorcamiento. Las personas anósmicas sufren de aislamiento, depresión e ideación suicida.

¿Es posible que, aún en un nivel subconsciente, nuestros apetitos y nuestras elecciones sociales tengan que ver con lo que olemos, o no, en el otro? Según el Indio Solari, los hombres soberbios y despiadados huelen como los tigres. Así, una señal química explicaría la sumisión. En Parasite, aclamada película de Bong Joon-ho, lo único que no pueden impostar lo impostores es su olor. En la pobreza que retrata el cineasta coreano, el olor propio se acumula y macera sobre la piel. Es la pobreza del hacinamiento, de las comidas de emisiones penetrantes preparadas en espacios reducidos donde el aire no se recicla, adhiriéndose a las telas y al cabello. La riqueza, en cambio, pide aromas ajenos que se despliegan en los escaparates asépticos y minimalistas del free shop del aeropuerto.

@Santiago Ramon y Cajal. Imágenes del cerebro que se encuentran en la corteza, hipocampo y amígdala

VII

Los psicópatas carecen de capacidad empática. Grenouille, el asesino serial de El perfume, asfixia a su primera víctima, la joven virgen pelirroja que corta ciruelas (otra vez la contigüidad, la metonimia), y permanece con el cadáver hasta que el olor de la chica se desvanece.

De niño, su nodriza lo había rechazado porque no olía como huelen los bebés. Fue dado al cuidado de una mujer desprovista de olfato y de emociones. Una mujer con el sistema límbico roto.

Después de matar a la chica de las ciruelas, hastiado del olor de la humanidad, Grenouille se hace ermitaño. Sus siete años de paz se quiebran al advertir que él mismo es inodoro. Un hombre con un sentido del olfato hiperdesarrollado que no huele a nada, criado por una mujer que nada huele ni siente, emprenderá una matanza para ejercitar la técnica de extracción y conservación del aroma esencial de su víctima definitiva.

A Grenouille no le alcanza la memoria, desprecia el mecanismo de lo que se pierde y recupera una y otra vez: su inclinación es el dominio que provee la técnica. La presencia física constante e inagotable.

 

VIII

Los aromas pueden purificarse y concentrarse por destilación o maceración en sustancias grasas. Las técnicas de extracción más recientes utilizan fluidos supercríticos, compuestos que, en condiciones de altísima presión y temperatura, se comportan como un híbrido entre un líquido y un gas. Algo que penetra, disuelve, y se separa.

Nuestro olor esencial, verdadero, es el resultado de aquello que nos nutre tamizado por la bioquímica del cuerpo.

Lo aparentemente remoto se reúne en la parte primaria de nuestros cerebros, bajo la corteza, y retorna a la conciencia desde ese lugar misterioso.


Alan Talevi

Nació en Buenos Aires en 1980. Obtuvo el primer premios del Concurso Itaú (2016), el primer premio del Círculo de Estudiantes de Artes de la Escritura de la (UNA (2017) y el 2do Premio del Concurso municipal Luis José de Tejeda (Córdoba, 2019). Publicó los volúmenes de cuentos «Pero ninguna palabra sobrevive» (Malisia, 2019), «Troll» (Cuentos María Susana, 2019) y «Anomalía» (Editorial Municipal de Córdoba, 2019). Cuentos suyas fueron incluidos en las antologías «La Plata, Ciudad inventada» (Primer párrafo, 2011), «Los bordes de la biología» (Evaristo, 2018) y «Ciencia Ficción» (La comuna, 2021). Audiocuento y es uno de los fundadores de la editorial Salta el Pez. Es Investigador Independiente del CONICET y editor en Salta el Pez ediciones. En 2021 obtuvo una Beca Creación del FNA.

Santiago Ramón y Cajal

(Petilla de Aragón, Navarra; 1 de mayo de 1852 – Madrid, 17 de octubre de 1934) fue un médico y científico español, especializado en histología y anatomía patológica. Compartió el Premio Nobel de Medicina en 1906 con Camillo Golgi «en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso».[1]​ Fue pionero en la descripción de las diez sinapsis que componen a la retina.[2]​ Mediante sus investigaciones sobre los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, desarrolló una teoría nueva y revolucionaria que empezó a ser llamada la «doctrina de la neurona», basada en que el tejido cerebral está compuesto por células individuales.[nota 1]​ Humanista, además de científico, está considerado como cabeza de la llamada Generación de Sabios. Es frecuentemente citado como padre de la neurociencia.[3]