Norma Jeane Baker de Troya


Anne Carson

TRADUCCIÓN: MARÍA NEGRONI Y FEDERICO BAREA

Lo moderno, escribió la crítica francesa Marthe Robert, no es una cuestión de edad. En cuando a lo nuevo, muy pronto será vetusto si no explicita a fondo qué lo fuerza a romper con la tradición. La frase recuerda—contra el apuro de las modas —que el arte es y ha sido siempre, al menos desde el primer trazo humano en las cavernas, un palimpsesto y que la calidad de una obra suele coincidir con la profundidad de campo de sus referencias.

Anne Carson sabe esto como nadie. Cada uno de sus libros prueba el postulado y lo lleva a un punto en que su voz,  inconfundiblemente saturada de voces, se vuelve airada singularidad. El verso “Haz una glosa con eso”, que figura en su “ensayo ficcional en 29 tangos” La belleza del marido, lo resume bien. En materia de arte, la desobediencia, por extrema que sea, esconde siempre un tributo a la filiación. 

Se me dirá que la poeta canadiense corre con ventaja (su tesis doctoral en Lenguas y Literaturas Clásicas versa sobre Safo) pero sus lecturas no se limitan al mundo greco-latino. Su obra interviene y es intervenida, desde un comienzo, por textos que van de John Keats a las hermanas Brontë, de Virginia Woolf a Marcel Proust, de Simone Weil a la Kabbalah, de Clarice Lispector a los juegos intelectuales del Oulipo. Y esto, sin mencionar las yuxtaposiciones desopilantes entre Zenón y Chris Maker,  Ovidio y Hitchcock, Montaigne y Virgilio, o Kant y Monica Vitti. 

Vale la pena agregar que semejantes estrategias para ampliar los círculos de resonancia de lo escrito funcionan también como diques contra cualquier intento de encasillamiento. Así, por ejemplo, su modo de abordar la cuestión de lo femenino, complejizándola, saturándola de ironía y erudición, la ubica en una posición doblemente díscola: frente a la marginación que ha impuesto el tradicional canon masculino y la menos visible, pero no inexistente, propugnada por una supuesta militancia feminista, que desde la academia norteamericana y durante décadas, endilgó el horripilante calificativo de male-identified women, a escritoras consideradas demasiado “intelectuales”.

Como fuere, los libros de Carson parecieran no sentirse cómodos en ningún lugar. De ahí que fuercen sus materiales, desoigan fronteras genéricas, elijan genealogías heterodoxas. De ahí, también, que en ellos predominen los usos flexibles de la puntuación, la rareza de las construcciones sintácticas, la formas astilladas del lirismo y las apuestas por lo misceláneo que, sumadas al inesperado tejido sonoro, terminan privilegiando formas intuitivas movedizas por sobre el raciocinio y la lógica. Mario Montalbetti sintetizó la operación en tres versos: “Si p entonces q / Esa es la teoría del poema de A.Carson / pero sólo si p es falso.”

La apuesta, como se ve, es siempre a favor del desconcierto. Por ese camino, que incluye el fracaso del yo y la desarticulación de la anécdota (la supuesta coherencia de lo real) , Carson desemboca en algo que se parece a la melancolía: en sus textos la melodía es “delicada como una púa”; la obsesión pregunta una y otra vez: “¿Cuál es el miedo dentro del lenguaje?”

Nos llega ahora su último libro Norma Jeane Baker de Troya.

Se trata de un monólogo teatral para un solo personaje –Norma Jeane Baker—estructurado en cinco episodios escandidos por entradas de un diccionario griego que funcionan como estribillos.

Norma Jeane Baker es el nombre “real” de la mítica estrella y sex symbol de Hollywood, Marilyn Monroe.

Sabemos quién es Helena: la esposa de Menelao, que se fuga con Paris.

La rubia platinada de Hollywood y “la prostituta de Troya” tienen mucho en común: ambas han sido o serán fatídicas, sobre todo para sí mismas. 

Como siempre en Carson la escritura se mueve en varios niveles.

Una capa bajo otra capa bajo otra capa. Todo conectado con todo: los hexámetros yámbicos y las tetas de Marilyn Monroe, un tsunami y Helena de Troya, la propia Marilyn travestida de talibán y Jack el destripador.

Así se unen (o desunen) en la obra de Carson las palabras y las cosas.

El resultado es una escuela de cadáveres vivos, refractaria a cualquier intención moral, orgullosamente reacia a cualquier encasillamiento.

Exeunt omnes cantando.

El texto de Anne Carson fue traducido por mí y Federico Barea y pertenece a su libro inédito en español Norma Jeane Baker of Troy. La edición en inglés, publicada por New Directions, salió en Nueva York a comienzos del 2020.

 

María Negroni.

Norma Jeane Baker de Troya


UNA VERSION DE HELENA DE EURIPIDES

(EPISODIO 2)

Entra NORMA JEANE.

 

Entra Norma Jeane como Norma Jeane.

Episodio dos.

La historia hasta aquí:

TROYA VENCIDA

MILES DE MUERTOS

NORMA JEANE TIENE LA CULPA

NORMA JEANE NO TIENE LA CULPA

ARTHUR PERDIDO (EN EL MAR)

NORMA JEANE CAUTIVA (CHATEAU

MARMONT)

EL SR. TRUMAN CAPOTE SALE A ALMORZAR

CON PEARL BAILEY

NORMA JEANE se sienta, teje un poco, deja a un lado el tejido.

 

(Aquí un aparte.

No soy por lo general una llorona

pero el marinero me dio

algunas noticias

que antes no mencioné. Sobre mi hija,

mi querida hija, allá en Nueva York.

Según escuchó

ella dejó la escuela

y ahora se dedica a los fármacos.

Su nombre es Hermione.

Debe tener 17 ahora.

Una flor dorada de niña.

Una niña precaria.

La quise llamar tantas veces — Fritz Lang

dijo No

No podemos comprometer la estafa de la nube.

La Metro invirtió mucho en esta guerra de Troya,

incluso más allá del negocio del cine hay changas, casinos,

reality shows.

 

 

 

¡Pero Hermione!

Hermione es mi propia alma circulando en

otro cuerpo.

Esto es lo que hago cuando la extraño mucho.

Uso el teléfono de línea.

Un tipo en Japón —¿se acuerdan de ese lugar en Japón

donde tuvieron la ola inmensa,

el terremoto? y el mar

cubrió el pueblo entero, miles de ahogados.

Y los que se salvaron

estaban tan tristes que no podían vivir.

Entonces este tipo se compra una vieja cabina telefónica,

la pone al costado de la calle

donde acaba el pueblo.

La gente puede entrar y marcar un número

y hablar con los muertos, hablar con los seres que perdieron, hablar

con el inframundo.

Tiene un dial giratorio.

La gente encuentra consuelo en eso.

La mayoría dice apenas Hola Papá o Qué raro está el clima estos

días o ¿Adivina qué? Ahora tenemos un perro

pero salen sonrientes de la cabina.

 

 

 

 

Decían en el pueblo que el teléfono sonaba

a veces

a horas extrañas.

Me abstengo de opinar sobre eso).

 

Sale NORMA JEANE con un teléfono de línea, auricular en la oreja,

Hermione soy yo, hola hola hola hola hola.

Entra NORMA JEANE.

 

Entra Norma Jeane.

Episodio tres.

¡Sorpresa!

Entra Arthur.

Estaba abajo flirteando con Bobby, el portero nocturno.

Arthur acaba de entrar a la recepción.

Parece un pordiosero. Huele como un tipo que

no se cambió la camisa en 7 años.

Les digo que estaba, sin embargo, más sorprendido

que yo.

No, dijo.

No, dijo once veces más.

Me voy a saltear esta parte.

Me contó su versión de Troya—

básicamente nueve años de redadas de ganado y saqueo a los

lugareños (Arthur lo llama Sangre, Impudicia y Lágrimas) .

Después, al décimo año, Aquiles se despierta y toman la

ciudad.

Matan a todos los hombres,

violan a todas las mujeres,

alistan los barcos y se van a casa.

Lo esencial es: él consiguió su trofeo de guerra, la razón por la

que en definitiva había ido, su casus belli,

su Norma Jeane

(al menos eso cree).

Dijo que ella estaba ahí,

encerrada en un baño,

un poco volada.

Tuvo que romperle la nariz con su puño pero la obtuvo.

Luego deambularon siete años por mares tempestuosos

y aeropuertos varios, solo ayer encallaron en Venice

Beach.

¿Dónde está Norma Jeane ahora? Yo dije y él dijo, motel Best

Western.

Okay, dije. Mi turno.

Okay, dije, mi turno.

Lo dije dos veces. Nerviosa.

Entonces.

Le explico a Arthur lo de la nube.

Una nube fue a Troya, digo. No fui yo.

La Metro tenía los derechos para una película de guerra, participaban grandes inversores, ya sabes

cómo son las cosas.

Esa Norma Jeane de Troya, no era yo (repito).

Era una nube.

Esta ahí parado como una avalancha inmóvil.

Nube, dice.

Peleamos diez años en Troya por una nube.

Y sí, dije, así es.

Y luego,

lo juro por Dios,

Arthur se prendió fuego.

 

Apagué a Arthur sacudiéndolo con mi bata

de baño.

Justo ahí le sonó el teléfono.

Era el gerente del motel Best Western.

¿Arthur de Nueva York y Esparta?

Sí.

¿Habitación 7B?

Sí.

Se trata de su esposa.

¿Mi esposa?

La mucama entró con las toallas,

se las dio a su esposa y

su esposa se desvaneció en el aire —¿entiende lo que

    digo? Ella

se desmasterializó. Se esfumó. Ahí ante la mirada de María.

Tengo una mucama histérica aquí y tendrá usted que seguir pagando una habitación doble.

 

 

δουλεία

“esclavitud”

 

HISTORIA DE GUERRA: LECCIÓN 4

La economía de la Grecia antigua, igual que la de los Estados Unidos

en sus albores, dependía de la institución de la

esclavitud. Y la guerra era una fábrica para la producción

de esclavos. Cualquier sobreviviente del lado perdedor

era destinado a esta categoría. Dado que la antigua esclavitud

no se basaba en ninguna pseudociencia de inferioridad

genética, a los reyes, las reinas y las estrella de cine,

tanto como a los panaderos y a los barberos, solo los separaba

en teoría de la esclavitud, la caída de una ciudad Helena no es más que

un ejemplo legendario de esa rara criatura que, por medio del

encanto, la seducción o la persuación, logra

escapar de ese destino. Seguramente

todas las otras damas refinadas de Troya terminaron como esclavas

o esposas de algún soldado griego. Es evidente que Helena

convenció a su esposo, el querido, honorable, anticuado

Menelao, rey de Esparta, para que la reinstaurara

como esposa y reina, aunque técnica, legal e

higiénicamente ella estaba sucia.

 

BELLEZA Y JUSTICIA: Algunas mujeres saben cómo

lograr que el juego siga, otras no. Cuando Marilyn

Monroe daba entrevistas telefónicas, el periodista

solía comenzar preguntándole, “Dígame Marilyn, ¿Qué

tiene puesto?” y ella contestaba, “La radio”.

NORMA JEANE comienza a tejer.

 

 

Una cosa aprendí del psicoanálisis y es cómo

fingir con los hombres. El analista al que iba, el Dr.

Cheeseman[1]un día hablábamos de las

blancas nalgas con celulitis de Arthur y de como yo no sentía

atracción sexual ni por ellas ni por él, lo cual era raro

porque estábamos recién casados y Arthur, rey de Esparta

y Nueva York, planeaba engendrar un diminuto príncipe

Arthur y el Dr. Cheeseman empezó con su disco lacaniano

sobre cómo “el deseo absoluto es siempre deseo del Otro

con mayúscula”, lo que yo interpreté como “visualice a

Yves Montand mientras coge con Arthur” pero a mí eso no

me funcionó, y lo que sí me funcionó, curiosamente,

fue cuando un día me encontré diciéndole

al Dr. Cheeseman que Arthur parecía un niño asiático

sin saber que los niños asiáticos eran el problemita propio

del Dr. Cheeseman y así descubrí que Arthur podía ser deseable

si lo miraba desde el brillo de los ojos del Dr. Cheeseman.

¿Es esto muy raro? No me parece poco común.

Los psicoanalistas lo llaman deseo triangular. Pero no es

lo que mayoría de la gente quiere decir con fingir. Simplemente

quieren decir actuar. Bueno, en primer lugar, actuar no es fingir. Y,

número dos, actuar no tiene nada que ver con el deseo.

El deseo tiene que ver con lo que se esfuma. Soñamos con una fuente de cerezas y al día siguiente recibimos una carta escrita con jugo rojo. O, un mejor ejemplo aun: usted sabe que yo no soy una

rubia cabal siempre digo que lo que cuenta es

ser rubia por dentro—por eso cada dos semanas voy a mi colorista

Orlando en Brentwood para que me retoque el color y

solía preguntarme no debería teñirme ahí abajo también,

ya sabe, para que hagan juego, pero la cosa eshablando de una     fuente de cerezas que a la mayoría de los hombres les gusta oscuro. A la mayoría de los hombres les gusta lo que se escabulle. Un poco extraño. Pero me estoy yendo por las ramas.

 

El gerente del motel Best Western todavía hablaba

cuando Arthur colgó el teléfono

y cerró los ojos y dijo,

necesito un trago.

Buena idea, dije.

Necesito pensar.

 

Sale NORMA JEANE.


[1] Dr. Quesero

παλλαкή

“concubina”

 

 

HISTORIA DE GUERRA: LECCIÓN 5

 

¿Cómo definiría usted suciedad? Los antiguos griegos

pensaban lo siguiente: la suciedad es materia que está fuera de su lugar. El huevo poché en un plato de desayuno no es suciedad.

El huevo poché en la pág 202 del diccionario griego

que está en la biblioteca del museo británico es suciedad. Sucio es

algo que cruzó una frontera que no debería haber

cruzado. Lo sucio confunde las categorías y mezcla

las formas.

 

APLICACIONES: Utilice esta higiene espacial para explicar

algunas neurosis neoliberales. Porque lo escalofriante

de lo sucio, si usted es neoliberal, es que esa suciedad

no es pasiva. Lo sucio se abalanzará sobre usted.

 

CASO DE ESTUDIO: El sustantivo para “concubina” en griego

proviene de un verbo que significa “salpicar”. Una

concubina es una extraña que salpica con su cuerpo en

hogar ajeno como hace Helena cuando

sigue a Paris a Troya esperando asimilarse

a la textura que hay allí. Helena no pertenece a la casa

de Príamo. Se inmiscuye manchando con barro griego

todo el piso.

 

¿SE PUEDE PASAR?: La asimilación es complicada. Hay que

inventarse un nuevo ser en un nuevo hogar. Incluso Marilyn

Monroe tuvo problemas al comienzo. “Cuando firmé

mi primer autógrafo tuve que ir despacio. No estaba muy segura

de dónde iba la ‘y’ y dónde la ‘i’”.

 

MOMENTO PEDAGÓGICO: La primera aparición de Helena

en la historia y la literatura, en los versos 126-129 del tercer

libro de la Ilíada de Homero, la muestra sentada en su

recámara en el palacio de Príamo, tejiendo. Está tejiendo

un vasto tapiz que representa, minuto a minuto, la batalla

que está ocurriendo del otro lado de su ventana. Nótese que Homero utiliza el verbo “salpicar” para describir cómo ella borda

en su tela la perdición de los hombres. Helena

conoce la suciedad. Helena salpica muerte.

 

CLICHÉ DEL CAMPO DE BATALLA: Su hilo es color rojo oscuro profundo.

 

 

Entra NORMA JEANE con el teléfono de línea en la oreja.

 

Querida Hermione,

soñé contigo.

Te vi flotando boca abajo.

Cada día es una lucha aquí, me levanté tarde

y tuve un mal pensamiento:

todas esas vidas en Troya, todas esas almas que bajaron al

Hades por mi culpa

¿quién paga por eso?

No se trataría de algún tipo de deuda de capital ¿o

sí? ¿Algún tipo de deuda

que habría que saldar?

Por cierto la vida de una chica ¿no puede ser colateral, no?

Por cierto los dioses no piensan así, ¿no?

¿Cómo piensan los dioses?

¿Todo tiene sentido para ellos? ¿la guerra? ¿las nubes?

¿la simulación? ¿la gente en llamas?

¿Les gusta un buen espectáculo de guerra? ¿Se cubren los ojos

en las partes sangrientas?

¡Pobres dioses!

Nosotros estamos más allá de eso.

Nosotros ya no nos cubrimos los ojos, ¿o sí? nosotros

mortales, nosotros criaturas de un día.

Nosotros somos más o menos ciegos

filmando la noche americana.

De todos modos, un cirujano cardiólogo me dijo una vez,

no se preocupe: apenas empieza el corte,

la herida

brilla por su propia luz.

 

Sale NORMA JEANE.

 

 

 

Entra NORMA JEANE como el sr. Truman Capote

 

Segunda oda coral.

Tenemos tres objetivos.

Uno: rescatar a esta obra del melodrama.

Dos: mantenerla a ella alejada del teléfono de línea.

Y Tres (en cuanto a la trama):

sacar a Arthur vivo de Hollywood.

La Metro lo considera ya muerto, ellos ya empezaron

con la promoción del reality show (creo que Orson

Wells lo escribió).

Les doy la primicia:

Norma Jeane se casó con Fritz Lang.

Compraron el Chateau Marmont, pusieron un

hipódromo.

Fritz tomó un curso de Física en la Universidad de Pomona y ganó

el premio Nobel.

Pero perdió todos sus caballos en un incendio provocado por los talibanes.

Norma Jeane decidió unirse a los talibanes

y se está entrenándose como profeta.

Cada show termina con la mesa redonda de un profeta

convocan a profetas locales, todos votan Sí o No

acerca de quién aguanta más las brasas ardientes en la boca,

Norma Jeane o Fritz.

Ningún lugar para Arthur en todo esto,

obvio.

Ningún lugar para la atormentada verdad personal de Norma Jeane

tampoco.

La quiero con el alma pero seamos francos

no hay nada mítico aquí.

Ella es apenas un grano de arena preso en la necesidad que tiene el mundo de trascender.

Es pura espuma. Se lo dije mil veces:

baja los ojos,

cuenta hasta cuatro,

levanta los ojos,

 

 

di tu línea.

Así es como los vas a embaucar.

Haciéndoles creer que están viendo a Norma Jeane

desnuda

aunque estés parada ahí con toda la ropa

puesta.

 

Sale Norma Jeane como el sr. Truman Capote.

 

Sale NORMA JEANE.

άπάτη

“engaño espejismo astucia duplicidad falsía

fraude bluff embuste embrollo artimaña trampa

artificio chicana subterfugio tomadura de pelo estrategia de

distracción estafa perfidia treta tretas Las Tretas de

una Mujer”

 

HISTORIA DE GUERRA: LECCIÓN 6

 

En la guerra, las cosas van mal. Cúlpese a una mujer.

SE PIERDE SE GANA SE GANA SE PIERDE: Las

tretas de una mujer causan en los hombres mucha ira, una ira

que equivale a una agonía. Su afición a ser putas es un gran árbol amarillo que florece en la mente masculina, es una agonía. ¿Ella es humana?

¿Usted lo es? ¿Ella es una bestia fuera de control? Hay tanto

peligro. Ningún humano puede volverse simplemente una bestia, se cae más allá — ¿más allá de qué? ¿Se acuerdan de Jack el destripador?

“Me deprimen las putas y no dejaré de destriparlas hasta que

me detengan”, escribió Jack en una carta al periódico, el 18 de

septiembre de 1888. Nunca lo atraparon. Desquiciado

por supuesto, con su mente exaltada, ¿Quién sino Jack podría

descender por esa madriguera de conejo o resolver semejante

rompecabezas? Y aún así, ¡la mujer! ¡esa cosa! La mujer

tiene todo y usted sonríe y le saca un poco.

 

 

SAQUÉ ESTO DE TED HUGHES Y QUIÉN PODRÍA SABERLO SINO TED HUGHES: De todo lo que ella tiene usted no tiene nada, ella tiene

de todo demasiado, así que usted le saca un poco. Al principio

apenas un poquito. Florece. Usted sonríe. Agoniza.


Anne Carson

(Toronto, 21 de junio de 1950). Es una poeta canadiense; ensayista, traductora y profesora de literatura clásica y comparada en la Universidad de Michigan. Se la considera la poeta viva más importante de las letras anglosajonas. En 2020 fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

María Negroni

(Rosario, Argentina) publicó numerosos libros, entre otros: Arte y Fuga, Cantar la nada, Elegía Joseph Cornell, Interludio en Berlín, Exilium, Objeto Satie y Archivo Dickinson (poesía); Ciudad Gótica, Museo Negro, El testigo lúcido, Galería Fantástica, Pequeño Mundo Ilustrado y El arte del error (ensayo); El sueño de Úrsula y La Anunciación (ficción). Obtuvo la Beca Guggenheim en poesía y el Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI, su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco y portugués.

Islandia (primera edición Monte Ávila Editores, 1994) recibió, por su versión en inglés (Station Hil Press, 2001), el Premio al Mejor Libro de Poesía en Traducción del año del PEN American Center (Nueva York, 2002). Actualmente dirige la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF.

Federico Barea

(Bs. As., 1982). Como investigador realizó la bibliografía Todo Córtazar, (2014) junto a Lucio Aquilanti. Compiló ensayos, cuentos y las experiencias como tallerista de Néstor Sánchez en Ojo de Rapiña (2014), Solos de Remington (2015), Taller de Escritura Poemática (2017), respectivamente. También reunió poemas de Reynaldo Mariani, Ruy Rodríguez, Jorge Quiroga, Julio Huasi y Carlos Rivarola en la editorial del Instituto Lucchelli Bonadeo. En 2016 para la editora Caja Negra la antología de poetas y narradores Argentina Beat. Y en 2019 compiló junto a María Negroni la poesía completa de H. A. Murena en Una corteza de paraíso, (Pre-Textos). Como traductor: con Marco Lera, Estrategias de lo bello (Las Cuarenta, 2017) de Mario Perniola. Junto a María Negroni Hotel Insomnio de Charles Simic (Zindo & Gafuri, 2017).